—Descubrí quién fue anoche y no te va a gustar esto —Cedric suspiró y la levantó en brazos llevándola de vuelta a su habitación—. Es una mujer y es alguien con quien tuve un rollo.
—Hmmmmm, pues está celosa de mí y quiere robarme. Lo va a tener difícil con eso. No me rendiré en esto. Yo soy tuya y tú eres mío. No quiero estar sin ti. Por el resto de mi vida. Significas el mundo para mí y acabas de proponerme matrimonio, pero ¿por qué no nos divertimos un poco con este personaje? —Yuki frotó sus manos con una sonrisa.
—Yo pertenezco a ti y a nadie más. Me aseguraré de que no te pase nada. ¿Qué tienes exactamente en mente, mi pequeño demonio? —Cedric sintió un escalofrío en su cuerpo por la expresión en el rostro de ella.
—Mucho, podríamos mostrarle tu marca en mí. Podrías torturarme dulcemente frente a ella. La mayoría de las cosas en las que estoy pensando involucran a tú y a mí haciendo algo, ummmmm, sucio —Yuki escondió su cabeza en su pecho.