—Yo... —Tang Yuxin todavía dudaba, pero de repente, la mano que había colocado sobre la cama del hospital fue agarrada por una mano manchada de sangre. Como si usara su última fuerza, la sostenía fuerte, perseverando, luchando.
Xu Fei abrió sus ojos y negó con la cabeza. —No, no quiero ser amputado, quiero morir, quiero morir... Quería levantarse, pero su herida en la pierna lo dejó aquí acostado, impotente como un fantasma. Fue obligado a sacrificar la mitad de su cuerpo, transformándose en una persona inútil sin piernas.
Si ese fuera el caso, preferiría morir.
Tang Yuxin también sostuvo fuertemente la mano de Xu Fei. En ese momento, su mano era tan cálida, tan joven y tan vibrante. Era una persona viva, una buena persona que arriesgaría su propia vida por los demás. ¿Qué estaba ella todavía pensando? ¿Por qué estaba dudando?
Ella apretó la mano de Xu Fei incluso más fuerte. En este momento, nunca había estado tan decidida, tan ansiosa por hacer algo.