Zhao Kangning no sabía nadar y fue arrastrada instantáneamente por el agua.
Wei Ting estaba salvando a alguien en el agua.
Acababa de agarrar al sirviente cuando su otra mano atrapó la cuerda que Wei Liulang había lanzado.
Justo cuando estaba a punto de llegar a la orilla, Zhao Kangning flotó hacia él.
Zhao Kangning se atragantó con agua y se sintió terrible. No fue fácil para ella ver a Wei Ting, y una esperanza interminable surgió en su corazón.
—Recógeme.
Ella lo gritó en su corazón.
Ella era la Princesa de Yan del Norte. Una cosa era matar secretamente al enviado de Yan del Norte, pero otra muy distinta era abandonar a uno en público. Como funcionario de la Corte Imperial, Wei Ting no podía hacer esto. De lo contrario, daría a Yan del Norte una excusa para enviar tropas.
Sin embargo, Wei Ting ya no tenía una mano libre para salvarla.
Era imposible para él renunciar a la vida de su sirviente.
El sirviente también era humano.
