Tía Fu estaba extremadamente mareada. Para realizar este último viaje, el carruaje avanzó demasiado rápido y vomitó todo el ácido de su estómago.
Se sujetó la cabeza mareada. —No, tengo que salir y tomar aire.
El cochero la ayudó a bajar.
Ella miró hacia arriba, jadeante, hacia la imponente torre de la ciudad. La puerta de la ciudad abierta era como una bestia dormida abriendo la boca del abismo hacia ella.
—Después de tantos años, finalmente estoy de vuelta —dijo aturdida.
…
Los tres se quedaron en el centro médico hasta tarde en la noche y solo salieron cuando la condición del Primer Ministro Guo se estabilizó.
Su Xiaoxiao sentía que probablemente había exagerado en su noche de bodas y todavía estaba un poco apática.
Tan pronto como se subió al carruaje, se quedó dormida.
Fue una postura de dormir bastante audaz: extendida de espaldas, apoyándose en la pared del carruaje. Su pequeña boca estaba ligeramente abierta, y solo le faltaba babear.
