El Primer Ministro Guo apretó los puños.
Era muy vergonzoso ser amenazado por dos jóvenes, pero su intuición le decía que esta chica definitivamente no estaba mintiendo. Ella realmente podría matarlo.
—Tsk —Wei Ting sonrió—. Parece que realmente hay cómplices.
La expresión del Primer Ministro Guo cambió. Esta vez, se dio cuenta de que había sido engañado.
Esa chica parecía impulsiva y agitada, pero cada palabra era una trampa.
—¿Lo has pensado, Primer Ministro Guo? Solo queda una milla —dijo Su Xiaoxiao con calma.
Fu Su condujo el carruaje tan rápido que las ruedas y los cascos casi humeaban.
Los dientes del Primer Ministro Guo le dolían. ¿Acaso iba a matarlo ir más despacio?
—100 pasos.
—80 pasos.
—50.
Era como si Su Xiaoxiao estuviera contando regresivamente hasta su muerte.
El Primer Ministro Guo sudaba frío. Entendió que tenía que tomar una decisión.
Bajó la mirada y apretó los puños.