Al sur del palacio había un albergue especialmente utilizado para recibir a los enviados.
Este no era un albergue ordinario. Su lujo definitivamente no era inferior al de un pequeño palacio.
El mejor patio fue dado al embajador de Jin Occidental. Esto era natural. Después de todo, él era poderoso.
El patio de los enviados de Yan del Norte tampoco estaba mal. Estaba situado de norte a sur y tenía un paisaje hermoso.
Después de que la Princesa de Yan del Norte regresó al albergue, primero preguntó al sirviente dónde estaba el General Helian.
—El gran general está practicando su esgrima en la orilla —dijo el sirviente.
—Guía el camino —dijo la Princesa de Yan del Norte.
Bajo la guía de los sirvientes, la Princesa de Yan del Norte llegó a un estanque de lotos. Las flores de loto blanco se erguían elegantes, y las hojas de sauce colgaban en la orilla. Una brisa nocturna soplaba, y su nariz se llenaba con una fragancia refrescante.
Era raro ver un paisaje así en Yan del Norte.
