—Xiaoxiao —reflexionó Qin Canglan—, siempre siento que Sikong Yun no tiene malas intenciones hacia nosotros. Si realmente hizo algo, probablemente no tuvo elección.
Qin Canglan no se atrevía a decir cuán preciso era juzgando a las personas, pero habían permanecido en el Centro de Astronomía Imperial durante tanto tiempo sin ninguna defensa. Si Sikong Yun realmente quisiera matarlos, habría tenido muchas oportunidades para atacar.
Por supuesto, esto no significaba que él perdonaría a Sikong Yun.
Estaba bien si Sikong Yun conspiraba contra él, pero si Sikong Yun lastimaba a su preciosa nieta, lo perseguiría hasta el fin, sin importar cuáles fueran las dificultades de Sikong Yun.
—Deja el asunto de buscar a Sikong Yun en mis manos. Enviaré a alguien a buscarlo.
Qin Canglan conocía a Sikong Yun desde hace muchos años y podría considerarse que conocía la personalidad y preferencias de Sikong Yun. Adivinaba más o menos a qué lugares no iría y cuáles serían más atractivos para él.
