Su Xiaoxiao se recostó suavemente en su pecho y escuchó su corazón, que poco a poco se recuperaba. —¿No son buenos? —preguntó en voz baja.
Él introdujo sus dedos entre su cabello y lo acarició. —El Joven Maestro Liu… le gusta apostar. El hijo del Ministro Zhang es… lujurioso. Ese carnicero viudo… ¿Crees que no es suficiente ser madrastra de tres chicos? —dijo débilmente.
Su Xiaoxiao murmuró:
—¿Cómo sabes tanto?
Wei Ting soltó una risita débil. —Eh.
Mira, esta persona ya estaba tan herida, pero aún era tan arrogante.
Su Xiaoxiao quería levantarse y revisarlo, pero él la presionó hacia abajo de manera débil y dominante.
—No te muevas —dijo él.
—Oh —Su Xiaoxiao obedeció y se recostó en su pecho, sin atreverse a usar demasiada fuerza, temiendo que pudiera afectar sus heridas.
—Recuperamos la armadura —dijo ella—. Y el fusil con borla roja.
