—En resumen, la Princesa Jingning no debe ser dañada bajo la vigilancia de Xiao Duye. De lo contrario, la Emperatriz mataría a la Concubina Yu. Por supuesto, también descargaría su ira en Xiao Zhonghua y la Concubina Xian.
—«¡Yo también, yo también!»
—La Princesa Hui An estaba decidida a no dejar que Jingning se adelantara. ¡Si la Princesa Jingning podía hacerlo, ella también lo haría!
—Xiao Duye apretó los puños en secreto.
—«Madre dijo que no puedes entrar al terreno de caza. ¿Has olvidado que te lesionaste durante la última cacería?»
—Xiao Zhonghua se adhirió al principio de no llevar a la Princesa Hui An al bosque y persuadió amablemente a su hermana.
—La Princesa Jingning no tenía prisa. Esperaba con calma y de vez en cuando se burlaba de la Princesa Hui An, diciéndole que no se avergonzara.
—La Princesa Hui An estaba tan enojada que casi pelea con ella.
—«Tercer Hermano, ¡tú decides!»
—«Hermano, ven y sé el juez.»
