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—La Matriarca Wei retiró su mano bruscamente.
—La mano de Wei Ting golpeó el reposabrazos y soltó un grito de dolor.
—La Matriarca Wei entró en pánico y rápidamente agarró su muñeca. —¿Qué le pasó a tu mano? ¿Golpeaste tu herida? Tú... ¿No sabes cómo esquivar?
—Wei Ting dijo impotente:
—Si esquivo, ¿cómo se calmará Abuela?
—Tú…
¡La Matriarca Wei realmente moriría de ira por este nieto tan poco filial!
Cuando la Matriarca Wei se enteró por Fu Su que Wei Ting había herido su mano derecha, sintió como si le hubieran alcanzado con un rayo.
Entre los hombres de la familia Wei, solo quedaba Wei Ting.
Si algo le pasara, a la familia Wei solo le quedaría esperar su caída.
¿Quién hubiera pensado que se humillaría a sí mismo de esta manera? ¡No apreciaba su vida!
—¿Vale la pena por un extraño?! —exclamó la Matriarca Wei.
Wei Ting lo pensó seriamente. —No parece valer la pena... Ya he perdido una mano. Si sigue siendo una extraña, habré sufrido demasiado...
