—Su Cheng se quedó en el rancho equino durante unos días y aceptó el bombardeo de los dos grandes magnates. Finalmente, hoy, logró resistir tres movimientos de Su Shuo.
—Habían hecho una apuesta antes. Si lograba resistir tres movimientos de Su Shuo, lo dejarían volver por la noche.
—Su Shuo cumplió su promesa.
—Su Cheng montó su caballo y no podía esperar para regresar a la Calle Flor de Pera.
—Estos días, no había sido un saco de arena para los dos por nada. Tenía un salario de diez taeles al día. Si actuaba bien, serían veinte taeles. Si no, ¿por qué estaría dispuesto a quedarse allí?
—¡Ya había ganado cien taeles!
—Había comprado un par de auténticos abalorios de jaspe para su hija. ¡Iba a darle una sorpresa más tarde!
—Cuando llegó a la entrada del callejón, se bajó del caballo y lo llevó hasta la puerta.
—Miró dentro primero. Después de confirmar que nadie estaba en el patio frontal, llevó silenciosamente al caballo adentro.
—El caballo resopló.