En la familia Wei, Wei Ting estaba castigado en el patio por el Emperador Jing Xuan y la Matriarca Wei.
Él se recostaba perezosamente en el sofá con un libro cubriéndole la cara, pareciendo sin vida.
El Eunuco Yu fue llevado a la habitación contigua para recuperarse. El hombre de blanco y el sombrero de bambú vigilaban la puerta. Esta vez, realmente no le dieron oportunidad alguna para salir.
—Se acabó, se acabó, ¡estás acabado! —Yuchi Xiu irrumpió en el patio.
El hombre de blanco lo bloqueó con su espada.
—¿No me dejas entrar? ¿O crees que puedo secuestrarlo bajo tu vigilancia? ¿Estás admitiendo que eres un inepto? —Yuchi Xiu le echó un vistazo y dijo.
El hombre de blanco retiró su mano.
Yuchi Xiu entró con paso firme y llegó hasta la cama sencilla. Miró directamente el libro en la cara de Wei Ting y dijo —Señor, ¡estás acabado!
—¿Acabado qué? —Wei Ting preguntó con indiferencia.
—¡Te han puesto los cuernos! —Yuchi Xiu dijo.
Wei Ting lo ignoró.