—¿Por qué llegó en la silla de sedán de la Princesa Jingning? —preguntó una joven con curiosidad.
—¡Es verdad! ¿Qué derecho tiene una paleta del campo? —exclamó otra, llena de envidia.
—¿La Princesa Jingning le prestó la silla de sedán porque no soportaba verla sola? —comentó alguien más intentando adivinar las razones.
—Creo que ella misma se quejó a la Princesa Jingning —especuló una cuarta voz.
—Realmente tiene suerte de encontrarse con la Princesa Jingning... —musitó otra joven, pensativa.
La discusión hizo que Su Xiaoxiao volviera a ser el foco de atención de todos.
Sin embargo, para sorpresa de todos, Su Xiaoxiao, quien estaba siendo señalada, no mostró ningún nerviosismo.
Habría que saber que muchas hijas de familias que entraban al palacio por primera vez no podían estar tan tranquilas como ella.
—¿Es tonta? —preguntó una joven suavemente.
Las demás soltaron una carcajada.
Una joven bastante familiarizada con Qin Yanran tiró de su manga. —Señorita Qin.