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—No soy como el viejo maestro del pueblo. ¿Cuál es el punto de gastar este dinero... Ay, no sería un desperdicio si lo llevo puesto?
Le dolía el corazón y tenía los ojos ardiendo.
Padre Su guardó cuidadosamente la corona y se dirigió a la cocina a ver a su gordita hija.
¿Era una ilusión? ¿Por qué sentía que su hija había perdido mucho peso recientemente...?
—Padre, ya te despertaste —Su Xiaoxiao lo saludó.
—Sí, acabo de despertar —Su Cheng se acercó con una expresión seria.
—¿Te gusta la corona? —preguntó Su Xiaoxiao.
Su Cheng dijo:
—No te es fácil ganar algo de dinero. ¿Por qué compraste eso? No es como si a la gente del campo le interesara llevar eso puesto.
Los aldeanos raramente usaban horquillas de madera. Envuelven su cabello en tela.
Su Xiaoxiao cortó un pedazo de jengibre.
—Mi padre tiene que tener lo que tienen los demás.