El viaje de Su Xiaoxiao a la capital de la prefectura le había reportado quinientos taeles. Esto era un hecho seguro.
No se preguntaba de dónde venían los héroes, ¡y tampoco cómo se obtenía el dinero de una persona!
¡De todos modos, si lo conseguía, sería suyo!
Su Xiaoxiao le dio una palmada en el hombro a su padre:
—Papá, cálmate. Te he superado. Deberías estar feliz.
—¡Así es! Has extorsionado al señor de la prefectura. ¡Estoy tan feliz!
—¡Solo he sido un tirano del pueblo durante tantos años, pero te has convertido en una pequeña matona en la ciudad de la prefectura después de un solo viaje!
Padre Su estaba a punto de llorar.
La única persona calmada en la habitación era Wei Ting.
Este chico rara vez perdía el control de su expresión. Su Xiaoxiao no sabía si realmente estaba tranquilo o indiferente a sus asuntos.
—Por cierto, ¿cómo va el negocio estos días que he estado fuera?
Eso era lo que más preocupaba a Su Xiaoxiao.
—Tu hermana Wu lo hizo bien —dijo Padre Su.