Justo cuando Lord Harley se giró, vio el martillo acercándose a su rostro, a apenas una pulgada de distancia. Sus ojos se estrecharon, pero no entró en pánico.
¡Sou! ¡Sou!
Del suelo, venas parecidas a tentáculos emergieron y se enroscaron alrededor del martillo, deteniéndolo antes de que golpeara su rostro.
—¡Vaya! ¡Qué rápido! —exclamó Kiba, pero realmente no estaba sorprendido.
Era Lord Harley y no algún alfa aleatorio que pudiera ser tomado por sorpresa por el rápido giro de los acontecimientos.
Pero Kiba no era del tipo que acepta el fracaso.
Así que, en el instante en que los tentáculos enrollaron el martillo, lanzó una patada, apuntando al lugar donde se unían los muslos de Lord Harley. A Ashlyn le encantaba patear ese lugar, y dado que ella no estaba aquí, decidió hacerlo en su nombre. Después de todo, eso era amor verdadero. Y dado que Lord Harley era mucho mayor que él, no podía ser irrespetuoso al no dar todo lo que tenía.