A solo media milla del muro perimetral, en una calle en particular, la multitud perseguidora quedó completamente estupefacta. Las palabras pronunciadas por los gemelos resonaban en sus mentes como un trueno, dejándolos atónitos.
Los hombres de la multitud miraban a Madison y Lillian con los ojos bien abiertos.
Madison llevaba puesta una blusa de cuello en V negra y vaqueros negros. Lillian, por otro lado, estaba vestida con una blusa suelta de camiseta y unos shorts vaqueros de cintura alta. La ropa hacía poco para ocultar sus figuras sexy dignas de babear.
Justo su silueta era suficiente para incluso darle vida a un hombre muerto. Así que no era difícil imaginar el efecto en los vivos.
Después de las declaraciones de los gemelos, los hombres en la calle sintieron su sangre bombear más vigorosamente.
Se dieron cuenta al instante de lo que significaban las declaraciones de esas dos mujeres.
—¡Los gemelos eran puros! ¡Estaban intactos!
—¡Eran vírgenes!