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Las paredes de la habitación eran blancas, grabadas con brillantes diseños florales. Los grabados parecían reales, emitiendo un agradable aroma en el aire.
En el centro, Pítia se sentó en una silla frente a Kiba y Ashlyn. Sobre la mesa entre ellos, había tres copas de vino y un jarrón lleno de un ramo de rosas.
Los pétalos danzaban y se balanceaban de manera hipnótica mientras su dulce olor saludaba los sentidos de todos en la habitación.
Pítia apoyó su barbilla en sus manos. El colgante de reloj de arena que llevaba entre su escote brillaba intensamente mientras abría sus labios y decía —¿No quieres saber cuán exitoso fuiste en tu sueño de cornear a cada hombre con una hermosa esposa?
Kiba quedó verdaderamente sorprendido por sus palabras. Primero, mencionó cómo el Destino le había sonreído durante los últimos 4.5 años. Ahora, esta pregunta sobre sus sueños.