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La luz de la bengala era baja, así que los demás no podían ver el rostro de Kiba mientras procedía a revisar los hombros de Ruby.
Incluso si pudieran, encontrarían su expresión tan inofensiva y santurrona. Sin embargo, Ruby sabía mejor que pensar que él era cualquier cosa menos sabio.
Con todo lo que ha presenciado hasta ahora, incluidas las muertes de sus compañeros y la forma en que él mató a aquellos que intentaban capturarlos, sabía que su expresión honesta significaba que estaba teniendo pensamientos deshonestos.
Para bien o para mal, Ruby tenía razón en su evaluación. Su una mano revisaba su hombro mientras que la otra mano vagaba sobre sus pechos.
Sus dedos rozaron el pezón a través de su suéter verde, enviando una corriente eléctrica por su cuerpo.
—¿Has encontrado algo? —preguntó Alexia.
—Creo que sí —respondió Kiba mientras tomaba el pezón de Ruby entre su pulgar e índice.
—¿Qué es? —preguntó apresuradamente Alexia.