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Mañana.
Los rayos del sol pasaron a través de la ventana y cayeron sobre la cama. Ruby, todavía dormida, se puso una mano sobre los ojos para detener la luz deslumbrante del sol.
Después de minutos de conflicto, abrió los ojos y se despertó. Salió de la cama y tomó los anteojos de la mesa.
Se estiró durante un minuto o así pero luego de repente su cuerpo se puso tenso al sentir una mirada sobre ella. Sorprendida, se dio vuelta y notó a Kiba de pie cerca de la puerta.
—Buenos días —dijo Kiba con una sonrisa.
—B-buenos días —Ruby repitió el saludo.
Por un segundo, había olvidado los eventos que la llevaron a esa habitación y los momentos tensos antes de quedarse dormida. Ahora recordaba los detalles y sabía que esto no era una pesadilla.
—Deberías refrescarte —Kiba abrió la puerta—. Yo prepararé el desayuno.
—Ok —asintió Ruby.
Inicialmente quería ofrecerse voluntaria para preparar el desayuno pero después de escuchar sus palabras, decidió seguir sus órdenes.
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