El hospital completo estaba en caos con la súbita aparición y desaparición de la presión asfixiante.
Muchas mesas y equipos estaban volteados tras la caída de personas sobre ellos. A medida que la gente recuperaba su lucidez, comenzaron a corregir el desorden que habían creado inconscientemente.
Muchos pacientes y personal aún sudaban profusamente por el encuentro cercano con la muerte. Ninguno de ellos podía entender qué había pasado y por qué.
—¿Pero qué era esa presión? —Un médico senior en una cabina preguntó.
—Nunca me he sentido tan impotente en toda mi vida —la enfermera de la habitación murmuró mientras se secaba el sudor de su rostro.
—Fue como si me quitaran el derecho a respirar —un paciente anciano dijo con miedo evidente en su voz.
—¿¡Quién es el responsable de esto?! —un joven miembro del personal cuestionó a su superior.
—Ni idea, pero celebremos —respondió el personal senior—. La muerte está definitivamente más cerca de lo que nunca pensé.
—S-sí.