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Alice se limpió la cara con agua y se acomodó en las afueras del lago, cerrando los ojos para permitir que su cuerpo se recuperara naturalmente.
Gradualmente, su complexión retornó a su tonalidad original mientras las repercusiones del contragolpe disminuían.
Mientras tanto, el hombre de mediana edad esperaba pacientemente detrás de ella, aguardando sus instrucciones.
—¿Él es de los tugurios? —preguntó Alice después de unos minutos de profunda contemplación.
—Ah... sí —respondió el hombre de mediana edad, sorprendido por su pregunta.
Meramente media hora después de la llegada de Zed a la villa, el hombre de mediana edad había compilado apresuradamente un informe sobre él, aprovechando la influencia de su familia.
Aunque había discernido los orígenes humildes de Zed del informe, no había anticipado una pregunta tan directa por parte de Alice.
¿Poseerá ella alguna perspicacia?