Veinte minutos más tarde
Zed estaba sentado dentro de la enfermería, su cuerpo entero cubierto de moretones y cortes.
—Me duele —dijo Zed.
—No mientas —sopló Felicity con frialdad mientras limpiaba sus heridas con antiséptico—. ¿O es que todavía no has aprendido eso?
—... —Zed no dijo nada, sin importar cuán injusto se sintiera.
Primero, ella lo hirió en la cafetería y luego lo llevó a la enfermería para tratarlo. Incluso el doctor se quedó sin palabras cuando se enteró de esto.
El doctor en silencio se retiró y permitió que Felicity lo tratara.
Zed la miró mientras ella se movía sobre su hombro. Su expresión era una mezcla de enojo y preocupación mientras trataba sus heridas.
—Lo siento —dijo Zed en un tono apenas audible.
Sabía que la había preocupado mucho cuando el ataque del Cazador Psíquico tuvo lugar hace unos días. También podía imaginar la frustración que ella debió haber sentido al descubrir que él mentía.