—¡Richard era un buen prometido! —dijo Eva con un poco de melancolía—. ¡El mejor que una mujer podría esperar!
Kiba sonrió. Sus palabras revivieron buenos recuerdos.
Richard solía esperar a que Eva se duchara, sin saber que ella aprovechaba ese tiempo para tener sexo con Kiba[1].
Pero él nunca sospechó porque creía que ella era ingenua y pura.
—¡No puedo creer que pensara que eras inocente hasta el final!
Kiba no pudo evitar reírse.
—¡Bueno, yo soy ingenua!.
Eva respondió con una expresión tímida, su rostro sonrojándose.
Kiba sonrió con malicia. Él pensaba que era un gran actor, pero ella era incluso mejor que él. Si hubiera algún premio a la actuación, seguramente le ganaría.
Sonriendo, tomó su rostro y la besó. No fue un beso sexual, pero sí apasionado, basado en su mutuo respeto y cariño.
—¡Sí que me extrañaste! —dijo Eva después de que se rompió el beso.
—¿Ves? No estaba mintiendo —respondió Kiba.