—¡Haah! —Agatha respiró aliviada, pensando que la habían perdonado, pero antes de que el aliento pudiera salir de sus fosas nasales, se lanzaron sobre su pezón nuevamente, esta vez con más frenesí.
—¡Hay más que suficiente leche para ambos! —exclamó entre sus gritos—. ¡Así que, traten con suavidad!
Ignoraron su petición y succionaron ávidamente más leche de ella, tratando de superar al otro.
La leche salpicaba entre ellos, manchando sus rostros, cubriendo sus labios, pero ninguno se detenía.
—¡Por favor! ¡Kiba! ¡Ashlyn! —Agatha suplicaba.
Su pezón derecho era demasiado sensible, y no podía manejar las oleadas de electricidad que le enviaban.
—¡Mi pezón izquierdo está libre!
Sus ojos brillaron, y a velocidad del rayo, se movieron hacia su pezón izquierdo. Sus bocas apretaron y pellizcaron su pezón entre ellas.
—¡Esto no es lo que quise decir! —Agatha se quejó.
¿Por qué no podían compartir ambos pezones en vez de pelear por uno?
Ashlyn ignoró su queja.