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Aunque las emociones rara vez la afectaban, ver a Zed hizo que su expresión imperturbable cambiara ligeramente.
Los recuerdos que compartía con él eran mucho menos que los que tenía con su hermano mayor, Kiba. Pero muy a menudo, cuando miraba a la luna y recordaba las aventuras que tenía con Kiba, los comparaba con los que compartía con su hermano menor.
La comparación le traía una sonrisa rara a la cara y le alegraba el ánimo.
Kiba era descarado, sádico y sin vergüenza. Le encantaba matar enemigos con estilo después de jugar con ellos.
Pero Zed era diferente. Era inocente, amable y sincero, hasta tal punto que incluso ayudaba a personas que le tenían malicia.
Los labios de Ashlyn se curvaron ligeramente hacia arriba al recordar las diferencias. Miró detrás de Zed para ver si Kiba también venía.
Pasó un minuto y Zed ya estaba dentro del salón. Aún así, no había señales de su hermano mayor.