Mañana.
Kiba despertó con una nueva perspectiva de la vida. Perseguiría sus sueños, pero no detendría su corazón de desarrollar sentimientos.
—Si hay amor... ¡Quiero experimentarlo! —reflexionaba Kiba mientras se duchaba. Se arregló rápidamente y pasó al vestidor.
A un lado, había filas de estantes sobre los cuales se colocaban un par de cientos de pares de zapatos. Del otro lado, había varios armarios, mostrando cientos de prendas por las que morir, apropiadas tanto para Kiba como para Zed.
Escogió un inspirador traje de tres piezas. Mientras se vestía, una pantalla virtual apareció en el centro de la habitación, proyectando un informe de síntesis de la muestra de las Bestias Oscuras que Claudia recogió.