—Cumpliste tu palabra —dijo ella.
Los robots y droides seguían explotando con un sonido ensordecedor, pero la voz de Ashlyn no se veía reprimida.
Al menos, no para Kiba que flotaba a miles de metros de distancia.
Su voz era fría y desolada, pero contenía trazas de calidez que resonaban con su corazón. Esto, combinado con su tenue sonrisa, creó un efecto que lo dejó en trance.
No importa cuántas veces la mirara, no podía acostumbrarse a su belleza. Era la mujer más hermosa que jamás haya conocido y visto.
Pero, a diferencia de las veces anteriores, no estaba aturdido por su belleza divina. Era debido a la calidez que provenía de la relación entre ellos.
Una relación que no era ni romántica ni familiar.
Era algo que solo podía existir entre personas que participaban juntas en una aventura; formando un vínculo de confianza y dependencia.
Era más que una amistad...