Las ondas de choque de la explosión barrieron la zona, haciendo que las pequeñas rocas se fragmentaran.
A unos cuatrocientos metros de distancia, detrás de una gran roca, Sophia y otros miraban fijamente a Zed.
—¿A esto le llamas tomar precauciones? —preguntó Sophia, cuyo rostro bonito se llenó de evidente asombro.
Ella tenía la sensación de que esto era lo que Zed tenía en mente cuando les dio esos objetos, pero la escala y el poder de la explosión estaban mucho más allá de su imaginación. Incluso un mutante de nivel IV tendría dificultades para sobrevivir a una explosión así, y mucho menos unos jóvenes como ellos que solo eran Gammas.
—Sí —respondió Zed inocentemente—. ¿He hecho algo malo?
Sophia se quedó sin palabras ante su pregunta.
Si no hubiera conocido su carácter amable y honesto, habría pensado que estaba fingiendo ser ingenuo.