Los cañones eran grandiosos e inspiradores; ofreciendo una vista impresionante. Alto sobre los acantilados, Kiba y Ashlyn flotaban en el aire.
Ashlyn tenía una mano unida a la de Kiba mientras apreciaba la asombrosa vista del modelado geológico.
—Esto es hermoso.
Su voz fría era dulce y melódica.
Kiba observó su rostro y al ver la leve sonrisa en sus labios rosados, su corazón latió fuerte.
Su sonrisa era como el sol derritiéndose en invierno. Había una tranquilidad y paz que sólo podían venir del interior.
Kiba tenía experiencia con incontables mujeres y se había acostado con más de un centenar, y sin embargo, apenas una leve sonrisa en su rostro frío era suficiente para ponerlo en trance.
Comparada con la vista abajo, ella era mucho más hermosa e impactante.
No, nada merecía siquiera comparación con ella.
Su belleza era perfecta e impecable.
Si ella fuera simplemente alguna mujer al azar, Kiba habría respondido a su comentario sobre la belleza del cañón, con algo como: