Kiba fumaba lentamente mientras disfrutaba de la vista de la aldea. Lo vio todo lo que había para ver y lanzó la colilla del cigarrillo.
—Solo hay un lugar interesante —Kiba pensó en la pagoda negra—. Si es lo que estoy pensando... entonces, tarde o temprano, un desastre golpearía el mundo... una extinción masiva.
A Kiba realmente no le importaba mucho el famoso Espíritu Guardián supuestamente existente en la pagoda. No era asunto suyo y tampoco le importaba el propósito de la existencia de la pagoda.
Cada día, en todo el mundo, miles de personas morían. Muchas de ellas podrían ser muertes naturales pero una buena proporción eran muertes antinaturales... asesinatos por avaricia, envidia, ira o lujuria.
A lo largo de la historia, los humanos han matado a más humanos que cualquier desastre, hambruna, plaga o raza extranjera.
Así que, desde su perspectiva, más humanos muriendo a manos de otra raza, o una existencia mística, apenas importaba.