—¿Crees que puedes irte después de lo que has hecho? —preguntó Anamarie antes de saltar de la pared. Su cabello giró en un movimiento circular y flotó hacia abajo como si la llevara una ráfaga de viento.
—Sip —confesó sinceramente Kiba.
—¡Tú! —Los ojos de Anamarie centellearon.
La ira que sentía hacia él no podía medirse. Primero, armó un lío con el Ladrón del Espejismo. Luego luchó contra Mendel antes del inicio de la subasta y la forzó a retroceder con materiales de chantaje.
Eran cosas que aún podía manejar, aunque apenas.
Pero ahí no se detuvo.
Ante miles, robó el Mineral Moldeador de Cuerpo, y luego incluso creó indirectamente un disturbio en La Feria.
Es más, no cumplió con sus palabras anteriores y transmitió los registros sobre el papel de los sensores electrónicos en la entrada.
Era el mayor criminal que La Feria haya visto jamás, ¿¡y aún así él cree que puede irse?!