Vasco mostró a Marita y dijo:
—¡Esta perra no podía tener suficiente de mi polla!
—Eso es otra indicación de que tienes una polla corta —dijo Kiba como si fuera un hecho.
—...— Vasco se quedó hirviendo de rabia. Quería demostrar que las afirmaciones anteriores de Kiba eran falsas, razón por la cual hizo esta declaración sobre Marita. Creía firmemente que la humillación que había sufrido se lavaría con su declaración, pero la situación solo empeoró.
Vasco miró a Kiba con una expresión feroz. Si las miradas mataran, Kiba habría muerto quién sabe cuántas veces. El auditorio entero estaba completamente en silencio.
Casi todos en el auditorio se divertían de una forma u otra. La forma en que reían entre dientes no podría haberlo dejado más claro.
Incluso los expertos y los veteranos estaban divertidos.
Quizás, las personas más felices eran aquellas en zonas de asientos ordinarios.