—¡Materia Génesis! —exclamó la serpiente.
La serpiente no se atrevió a creer lo que acababa de ver. Habían pasado miles de años, pero sus recuerdos sobre la Materia Génesis eran tan frescos como los de hoy.
—¡Ese humano está infectado por Génesis! —La serpiente pensó para sí misma—. Pase lo que pase, debo evitar el contacto físico con él, de lo contrario...
Solo el pensamiento le hizo recorrer su cuerpo con una sensación espantosa. Con su edad y poder, la serpiente no temía a la muerte. La serpiente sabía cómo funcionaba el mundo y, desde que su mundo natal fue destruido, estaba lista para aceptar su destino.
Lo que aterrizaba a la serpiente no era la muerte sino la naturaleza de la Materia Génesis.
Actualmente, la forma presente de la serpiente era intangible y transparente. El poder de la flauta y la fuerza de todos en el bosque no fueron suficientes para traer su verdadero cuerpo aquí.