Kiba se había quedado dormido en el sofá con la cabeza descansando en el regazo de Lisa. Había gastado demasiada energía en el lapso de 7-8 horas complaciendo a mujeres: Eva, Olivia, Katey y ahora Lisa.
Lisa saltó del sofá, asegurándose de no despertar a Kiba, y recogió su ropa del suelo. Afortunadamente, ninguna estaba rota.
—Este tipo es realmente bueno en la cama. Sin embargo, no puedo olvidar mi objetivo. ¡Tendré que seguir con el Plan B! —pensó Lisa mientras se vestía.
No estaba segura de si Kiba estaba realmente hipnotizado o no. No obstante, tendría que proceder con su plan de reserva.
Era consciente de que su habilidad de hipnosis no era un éxito garantizado. Había personas inmunes a su habilidad si tenían una voluntad fuerte o poderes psíquicos.
De hecho, incluso había dispositivos utilizados por la alta sociedad para resistir las habilidades psíquicas. Esa es la razón por la cual Lisa tenía un Plan B para el peor de los casos.
Golpeó ligeramente la puerta, y los dos hombres de negro la abrieron. Se sorprendieron al ver a Kiba durmiendo desnudo dentro. No se atrevieron a decir nada, pero interiormente estaban conmocionados, sabiendo lo que la escena implicaba.
—Díganle al equipo que esté listo para capturar a Kiba. ¡Va a correr mucha sangre esta noche! —ordenó Lisa.
—Ah... ¡sí! —respondieron los hombres.
—Kiba se dirigirá al edificio 83 cuando se teletransporte, así que activen el Dispositivo de Interferencia de Teletransporte en cuanto llegue allí —continuó Lisa con voz pesada—. Según los planes, cambiaremos su destino de teletransportación al yermo fuera de la ciudad, díganle a los equipos que lo ataquen en cuanto llegue allí. Si le damos tiempo para recuperarse del contragolpe del teletransporte, sufriremos bajas.
—Entendido —asintieron los hombres de negro.
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Una hora más tarde, Kiba despertó. Se estiró y se quejó de agotamiento.
—¡Realmente me excedí hoy! —murmuró Kiba mientras se vestía. No le sorprendió no ver rastro de Lisa.
—Ella es buena, pero su corazón es demasiado oscuro —pensó Kiba con una sonrisa.
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Afuera, Carole lo estaba esperando.
—¿Oh? ¿Qué te trae por aquí? —preguntó Kiba sorprendido. No esperaba verla después del reciente incidente.
—Estoy aquí para disculparme contigo en nombre del Señor Hank. Lamenta lo que dijo antes y espera que el pequeño incidente de hoy no afecte tu relación con la Corporación Ángel Blanco —respondió Carole.
—Me hice ilusiones por nada —dijo Kiba con un suspiro.
—¿Eh? —Carole no comprendió su comentario.
—Pensé que me ibas a decir que nuestra cita no está cancelada. Realmente no me importa el control de daños que Hank quería que hicieras —expresó Kiba.
Carole se sorprendió por su respuesta. Le costaba creer que era el mismo hombre que casi la había matado a ella y a Hank.
—Sería incómodo tener una cita —respondió Carole. No era el tipo de mujer que se vendería por beneficios.
—Es tu elección, y no te forzaré. Pero creo que las mejores relaciones se forman a partir de conflictos. La vida solo es interesante si tenemos momentos incómodos en ella —comentó Kiba.
—Bueno... —Carole no sabía qué responder.
—Cuando seamos viejos y recordemos estos momentos incómodos, traerán una sonrisa a nuestros labios. Una relación formada en conflicto es la relación más memorable. Y seré honesto aquí, quiero tener una relación memorable contigo. ¡Algo que pueda recordar hasta mi final! —concluyó Kiba.
Carole pensó en sus palabras y sabía que no las decía solo para tener una relación con ella. Podía sentir su sinceridad y encontró su filosofía interesante.
—Parece que tenemos mucho de qué hablar en nuestra cita —sonrió Carole.