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Issac Piers era un criminal infame cuya reputación lo precedía. Solo con su nombre bastaba para atemorizar a hombres y mujeres por igual. Él era el epítome del miedo entre las masas.
Sin embargo, este peligroso criminal actualmente se revolcaba en el suelo. Lágrimas corrían por su rostro morado mientras sus manos seguían aferrándose a su entrepierna. Quería gritar y llorar pero el dolor ardiente le dificultaba respirar, mucho menos gritar.
Su condición era tal que incluso sus peores enemigos sentirían lástima por él. Si la policía y sus víctimas supieran que su estado actual se debía a una patada, ninguno de ellos lo creería.
—¿Cómo es posible que un mutante cercano al Nivel V sea derrotado por una patada?
Quizá otros no lo creerán pero los espectadores en el suelo de piedra lo creerían más que de sobra, pues sabían dónde había aterrizado la patada. No importa cuán fuerte sea un hombre, su punto más débil es definitivamente su entrepierna.