—¡La fuente sanguínea de ese niño coincide con tu transformación actual pero no con la anterior! —dijo Akshobhya con profundo interés—. ¡Estoy seguro de que podría encontrar muchas cosas interesantes después de diseccionar a ese niño también!
—¿¡Diseccionar a Esperanza?! —murmuró Kiba, su cuerpo temblaba.
Hace apenas dos días, había hecho un compromiso para equilibrar sus sueños y sus responsabilidades como padre.
El retrato familiar que se tomó con Agatha destelló en su mente: Sus manos envolvían su vientre por detrás.
Recordó la sensación que sintió del niño dentro del vientre de Agatha. La sensación de que su vida formaba parte de él.
Recordó la promesa que se había hecho a sí mismo: Ser un padre mucho mejor que sus propios padres que lo descartaron cuando era niño.
Había jurado proteger a su hija hasta su último aliento. Esta era una promesa a su propia alma y no solo a Agatha.
Pero ahora...