Sin el poder mental del rey simio, Parker rompió la barrera muy rápidamente.
La piel bronceada de Parker estaba llena de heridas ensangrentadas y azotadas. Sin tener en cuenta sus propias lesiones, se agachó como un animal salvaje y enrolló su cola hacia arriba, olfateando vigorosamente el suelo, antes de transformarse en su forma de bestia y comenzar la persecución.
Alva soltó un grito de sorpresa. —¿Todavía lo persigues?
Ignorándolo, Parker se alejó rápidamente.
Pero muy pronto, perdió el rastro de su objetivo: las huellas del rey simio habían desaparecido.
Parker, enojado, sopló y le dijo:
—Ayúdame a encontrarlas.
Alva sacudió sus alas, sintiendo oleadas de dolor al estar restringidas.
El miedo a lo desconocido era lo más aterrador. Como no tenía ningún entendimiento de ello, Alva no se atrevía a ir.
—Aunque vayas, no podrás derrotarlo. Solo te estarías sacrificando en vano. Yo no voy —dijo Alva mientras se transformaba en humano, sonando justificado.