—Parker señaló la cueva negra azabache, algo enfadado con Curtis.
—Si él había llegado aquí hace mucho tiempo, ¿por qué no buscó a Qingqing primero? ¿Qué había más importante que ella?
—Mientras Bai Qingqing observaba la ladera de la montaña negra y verde, podía imaginar cuán feroz fue el fuego ese día. Tropezó y sintió que estaba a punto de desmayarse.
—Las sensaciones que sintió ese día no eran solo imaginaciones. Eran reales. Curtis realmente había sido quemado vivo. ¿Quién podría haber hecho algo tan cruel?
—Bai Qingqing repasó rápidamente todas las pistas en su mente, y un nombre se le vino a la cabeza: ¡Muir!
—Ahora que lo pensaba, incluso la herramienta de piedra que Muir trajo a casa ese día parecía sospechosa.
—Una herramienta de piedra recién hecha siempre tendría una superficie algo áspera. La superficie de la herramienta de piedra que Muir trajo a casa no era perfectamente lisa, pero ella podía decir que los granos habían sido alisados.