—Por cierto, ¿por qué no hemos visto a tu madre? —asumió Bai Qingqing que la madre de Parker no sería tan caprichosa, pero cuando miró alrededor a las hembras que no habían sido llevadas, no la vio.
—Las hembras de la familia real naturalmente no tienen que hacer cola. Es mejor así ya que no tendré que ver gente molesta —Parker acariciaba la espalda de Bai Qingqing y dijo con arrogancia—. Debo derrotar a mi padre y convertirme en el nuevo rey leopardo para que tú también puedas esperar cómodamente en casa.
Bai Qingqing sonrió alentadoramente. Sin querer que Parker tuviera demasiada presión, dijo:
—Ya es muy bueno que estén repartiendo semillas. Nuestra vida tal como es ahora no está tan mal.
Mientras charlaban, finalmente llegó su turno. El Hombre Bestia Simio que repartía las semillas sacó un tazón de piedra lleno de arroz sin levantar la cabeza.
Parker puso a Bai Qingqing en el suelo, luego desató una bolsa hecha de cola de animal de su cintura y capturó cada grano de arroz.
