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—¡Huff! —Winston arrastraba la presa consigo mientras caminaba hacia aquí, su mirada se posó en Bai Qingqing.
Bai Qingqing le sonrió a Winston. —Hace mucho que no te veía. ¿Te has acostumbrado a vivir aquí?
Atónito por la sonrisa de la hembra, Winston aflojó su mordida y la presa cayó al suelo con un fuerte golpe. Al instante salió de su trance y se lamió la boca, antes de transformarse en humano.
En su forma humana, Winston parecía aún más intimidante—era ridículamente musculoso y su firme físico emanaba una vibra fuertemente imponente. Combinado con esa grotesca cicatriz en su rostro y su cabeza de cabello plateado y de aspecto implacable, lucía feroz e inaccesible.
—¡Ah! —Eve chilló y retrocedió varios pasos hasta que su espalda chocó contra la pared de madera. Abrió la boca ampliamente y jadeó violentamente.