—¿No recuerdas haber dado a luz ayer? —preguntó Parker emocionado y señaló a Curtis, quien estaba al lado protegiendo los huevos—. Están con él allí.
—Sss~ —Curtis levantó la mirada hacia Bai Qingqing con alegría en sus ojos rojos.
Bai Qingqing de repente recordó lo sucedido a medianoche la noche anterior y cambió de expresión. Miró su vientre y luego a Curtis. —Déjame ver…
Curtis retiró su cola de serpiente para revelar una canasta de huevos blancos.
Bai Qingqing caminó hacia la canasta con una mirada atónita en su rostro y se agachó al lado de ella. —¿Yo di a luz a estos…?
Aunque Bai Qingqing había estado embarazada por más de un mes, aun así no podía creer lo que veían sus ojos mientras miraba los huevos. Al pasar sus dedos suavemente por uno de ellos, que estaban ligeramente fríos al tacto, sintió instantáneamente una conexión entre ella y esta vida, y su corazón se ablandó.
—¡Di a luz a este huevo! —repitió Bai Qingqing, esta vez con más convicción.
