Al ver que Bai Qingqing no lo recibía con mucha hospitalidad, después de empujar las frutas en sus manos, Shuu dijo —Entonces, me voy primero.
—¡Hey! —Bai Qingqing intentó seguirlo. El suelo bajo sus pies descalzos estaba ardiente por haber estado expuesto al sol, tanto que la hizo saltar y accidentalmente esparcir las frutas por el suelo. Cuando terminó de recogerlas, Shuu ya estaba lejos.
—Está quemando —Bai Qingqing rápidamente volvió corriendo al árbol y frunció el ceño mientras masajeaba sus pies. Las plantas de sus pies se habían escaldado.
En este mundo, todas las frutas se recogían de la naturaleza, y había en abundancia. No quedaría bien si le pidiera que volviera solo para poder devolverle esas cosas sin importancia. Bai Qingqing tampoco era irrazonable. Cogió una fresa del montón de frutas y se la comió.