El elefante blanco estaba muy enojado. Balanceó su largo tronco. —¡Suelta a Su Majestad!
Xue Ling voló tan alto que el tronco del elefante no pudo tocarlo.
—Regresa a la Ciudad de la Madera Divina. Cuando mis compañeros salgan del bosque, dejaré ir a tu rey de las bestias —dijo él con calma.
—¡Eres despreciable!
La sonrisa de Xue Ling era deslumbrante. —Gracias por el cumplido.
Al ver esta escena, Huanhuan no pudo evitar suspirar en su corazón. La capacidad de Xue Ling para ser dominante era realmente genial. Él podía hacer enojar a Bi Huan con solo unas pocas palabras.
—¡Aquí, te doy un pulgar hacia arriba!
Xuan Wei gritó a Bai Di:
—¡Llévate a Huanhuan primero!
Huanhuan respondió rápidamente:
—No, ¡nos iremos juntos!
—No te preocupes. Con nuestra fuerza, definitivamente podremos escapar ilesos.