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Ma Qing había sido torturado hasta quedar irreconocible.
Estaba encerrado en la mazmorra y se estaba muriendo. Jiu Yuan y otra bestia macho estaban a cargo de custodiarlo.
Para no dejar que Ma Qing muriera demasiado rápido, Dong Ya preparaba un tazón de medicina según la prescripción que Huanhuan hizo y se lo enviaba a Ma Qing todos los días para ayudarlo a prolongar su vida.
Jiu Yuan calculó el tiempo. Dong Ya estaría entregando la medicina pronto.
Ma Qing alzó la vista hacia Jiu Yuan, que no estaba lejos. De repente dijo:
—Si recuerdo correctamente, ¿Mu Ye es tu cuñado, cierto?
Jiu Yuan lo miró de reojo. —¡Eso no es asunto tuyo! —replicó.
Ma Qing soltó una risita, revelando sus dientes cubiertos de sangre y suciedad. —¿Entonces sabes que Mu Ye está muerto?
Jiu Yuan:
...
—Por cómo lo dices, ya sabes. ¿Quieres saber por qué murió Mu Ye? —continuó Ma Qing.
La expresión de Jiu Yuan se tornó extremadamente oscura. —¡Si dices una palabra más, te cortaré la lengua!