Al escuchar esto, Chen Xuan no pudo evitar reír amargamente en su corazón.
Este Wu Bo realmente era un caso de que quien le diera de comer se convertía en su madre. Antes no le gustaba nada de él, pero ahora que acababa de defenderlo, Wu Bo lo reconocía como su cuñado. ¡Vaya amigo convenenciero!
Wu Le miró a Chen Xuan, la cara fría como el hielo mientras ladraba —¡Pequeño mocoso, déjame decirte, deja de meterte donde no te llaman o no te gustarán las consecuencias!
La cara de Chen Xuan permanecía fría —¡Si no quieres acabar en el hospital, entonces lárgate!
¡¿Qué demonios?! Wu Le no podía creer lo que escuchaba, incrédulo ante el arrogante tono del otro hombre.
En ese momento, Zhao Kai se levantó del suelo y empujó a Wu Le a un lado —¡Corta el rollo, vamos a pelear!
Bajo la orden de Zhao Kai, esos pocos matones cargaron contra Chen Xuan.
Fue una lástima, sin embargo, que esos pocos matones insignificantes no pudieran ser rivales para Chen Xuan.