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Zhai Tao claramente albergaba rencor en su corazón por la actitud previa de Chen Xuan, e inmediatamente intentó etiquetarlo con el estigma de faltarle al respeto al Marqués Liangjiang.
Los jóvenes adinerados que seguían a Zhai Tao no se quedaron atrás; todos hicieron eco de su sentimiento, señalando con sus dedos a Chen Xuan.
Bajo su influencia, la multitud circundante también comenzó a ridiculizar a Chen Xuan unilateralmente.
—¡Ni siquiera traer un regalo y todavía tener la cara para venir a beber en la celebración de la luna llena, estos días, verdaderamente hay todo tipo de personas! —exclamó uno.
—Aparecer con las manos vacías en la celebración de la luna llena, quién sabe qué clase de familia lo crió, ¡es demasiado ignorante sobre las reglas! —comentó otro.
Ya fuera acerca de las reglas o no, no importaba; todos habían traído un regalo, lo que naturalmente les hizo sentirse con derecho de mirar a Chen Xuan desde su posición moral elevada.
