Las palabras de Zhu Kangshi estaban claramente llenas de desdén hacia Chen Xuan.
Chen Xuan no se molestó en discutir con él, simplemente dijo:
—De hecho, no soy ningún célebre sabio médico, pero sé que tu aguja definitivamente causará un grave error.
Zhu Kangshi estalló en cólera:
—¡Joven, qué tonterías estás diciendo! ¡Si no entiendes, entonces no hables a la ligera!
Sin embargo, He Yuwan estaba escuchando:
—Doctor Chen, ¿es en serio? ¿Podría ese tratamiento realmente llevar a problemas?
Chen Xuan asintió:
—Si no me equivoco, este doctor debe creer que el Joven Maestro Lei Dong ciertamente sufre de convulsiones, ¿verdad?
He Yuwan se sorprendió:
—¿No es ese el caso?
Chen Xuan negó con la cabeza:
—¡Por supuesto que no! Aunque la condición del Joven Maestro Lei Dong tiene muchas similitudes con las convulsiones, hay una diferencia fundamental.