Punto de vista: Tercera persona
3 de Julio de 1806
Leonardo se encontraba en la cubierta de una fragata española, observando la costa del Golfo a lo lejos, el día anterior había recibido órdenes del coronel en Tampico de dirigirse a Veracruz para recibir su ascenso a capitán.
No hacía falta decir que todos los oficiales en Tampico despreciaban a Leonardo por su rápido ascenso, todos sabían que el ascenso de un joven oficial inexperto solo podía explicarse por influencias políticas o el intercambio de favores.
Esa era la versión que circulaba entre los oficiales, y aunque cierta en parte, Leonardo no le daba importancia. Lo que realmente le importaba era ascender rápidamente antes de 1808.
Por eso aceptó el ascenso sin dudar y tomó un barco en el puerto de Tampico rumbo a Veracruz, acompañado de Mateo.
Ahora, solo esperaba impacientemente la llegada a Veracruz, no solo recibiría su ascenso, sino que también tendría la oportunidad de ver nuevamente a su amante, Colette, después de meses sin verla.
"Leonardo, deberías ir a dormir. Llegaremos en unas horas, y sería bueno que estuvieras descansado" dijo Mateo, preocupado por la falta de sueño de Leonardo debido a su ansiedad.
"Tienes razón iré a dormir levántame cuando lleguemos"
Leonardo entro bajo la cubierta de la fragata y se dirigió a un pequeño cuarto que el capitán de la fragata le había asignado para dormir.
Después de unas horas Leonardo fue despertado por Mateo, él le aviso que ya habían llegado a Veracruz y un bote estaba listo para llevarlos al puerto, Leonardo rápidamente tomo su sable y su sombrero antes de seguir a Mateo.
Como todavía no había recibido su ascenso Leonardo aún usaba su uniforme de teniente, pero eso cambiaria en unas horas.
Cuando Leonardo salió a la cubierta podía ver a lo lejos a la gran ciudad de Veracruz y al imponente Fuerte de San Juan de Ulua, se quedó por un momento admirando una de las ciudades más grandes y el puerto más importante del virreinato.
Pero continuo su camino a un costado de la fragata, donde las escaleras del barco bajaban a un pequeño bote que los llevaría al puerto, después de que Leonardo y Mateo abordaran el bote los marineros empezaron a remar acercándose al puerto.
Cuando Leonardo llego al puerto de piedra noto la gran actividad de los comerciantes, trabajadores y marineros, cuando estaba por preguntarle a Mateo a donde deberían ir un soldado se acercó a ellos.
"Es usted el teniente Leonardo" cuando Leonardo asintió, el soldado continuo "me ordenaron guiarlo al coronel Juan Francisco de salvador"
"Por favor, guía el camino"
El soldado guío a Leonardo y a Mateo al interior de la ciudad, a una gran casa en el centro de Veracruz, hasta una habitación donde encontró a un hombre mayor con un uniforme de coronel comiendo en una mesa.
"coronel" Leonardo saludo.
"Debes ser Leonardo, Siéntese y acompáñeme, he escuchado muchas cosas de usted Leonardo, y ciertamente espero que este a la altura de mis expectativas"
"No se preocupe, no lo defraudare" contesto Leonardo.
"Espero que así sea, porque todos están mirando sus acciones esperando el mínimo error, no me decepcione"
"No lo hare señor"
"Bien, mi asistente lo escoltará a una habitación donde podrá hospedarse por hoy, mañana ira Alvarado, un pueblo con puerto al sur de Veracruz, ahí tomará el mando de la 9na compañía de infantería de Veracruz y protegerá el pueblo"
"Tienes razón, iré a dormir" dijo Leonardo "levántame cuando lleguemos"
Entró bajo la cubierta de la fragata y se dirigió a un pequeño cuarto que el capitán de la nave le había asignado para descansar.
Después de unas horas, Leonardo fue despertado por Mateo, quien le informó que ya habían llegado a Veracruz y que un bote estaba listo para llevarlos al puerto.
Leonardo rápidamente tomó su sable y su sombrero antes de seguir a Mateo, como todavía no había recibido su ascenso, Leonardo aún usaba su uniforme de teniente, pero eso cambiaria en unas horas.
Al salir a la cubierta, Leonardo pudo ver a lo lejos la gran ciudad de Veracruz y el imponente Fuerte de San Juan de Ulúa, se detuvo por un momento, admirando una de las ciudades más grandes y el puerto más importante del virreinato.
Pero pronto continuó su camino hacia un costado de la fragata, donde las escaleras del barco bajaban a un pequeño bote que los llevaría al puerto, tras abordar el bote, los marineros comenzaron a remar, acercándose lentamente a tierra.
Al llegar al puerto hecho de piedra, Leonardo notó la gran actividad de comerciantes, trabajadores y marineros. Justo cuando estaba a punto de preguntarle a Mateo a dónde debían ir, un soldado se acercó a ellos.
"¿Es usted el teniente Leonardo?" preguntó el soldado, cuando Leonardo asintió, el soldado continuó: "Me ordenaron guiarlo al coronel Juan Francisco de Salvador"
"Por favor, guíenos" respondió Leonardo.
"Espera Leonardo, tu ve a reunirte con el coronel, yo iré a explorar la ciudad y nos vemos aquí al anochecer" dijo Mateo.
"Está bien, aquí estaré al anochecer" contesto Leonardo antes de seguir al soldado.
El soldado condujo a Leonardo y a Mateo hacia el interior de la ciudad, hasta una gran casa en el centro de Veracruz. Entraron a una habitación donde encontraron a un hombre mayor con uniforme de coronel, comiendo tranquilamente en una mesa.
"Coronel" saludó Leonardo.
"Debes ser Leonardo, siéntate y acompáñame" dijo el coronel "He oído muchas cosas sobre ti, sinceramente espero que estés a la altura de mis expectativas"
"No se preocupe, no lo defraudaré" respondió Leonardo con firmeza.
"Eso espero" replicó el coronel "Porque todos están observando tus acciones, esperando el mínimo error, no me decepciones"
"No lo haré, señor" contestó Leonardo, manteniendo la calma.
"Bien" asintió el coronel "Mi sirviente lo llevará a una habitación donde podrá hospedarse por hoy, mañana se dirigirá a Alvarado, un pueblo con puerto al sur de Veracruz. Allí tomará el mando de la 9ª compañía de infantería de Veracruz, sus órdenes son defender el pueblo"
"Entendido, coronel" dijo Leonardo antes de seguir al sirviente, quien hizo un gesto para que lo acompañara.
Caminaron por los largos pasillos de la gran casa hasta detenerse frente a una puerta, el sirviente la abrió y sin decir nada con un gesto de respeto se retiró, Leonardo entró inspeccionando la habitación con detenimiento.
Era una estancia elegante, decorada con muebles de madera oscura, una cama matrimonial lujosa y una sola ventana que daba a la calle. Después de tanto tiempo durmiendo en tiendas de campaña y en posadas de dudosa reputación, Leonardo casi había olvidado cómo se sentía el lujo.
Mientras reflexionaba sobre qué hacer a continuación, alguien llamó a la puerta, al abrirla encontró a otro sirviente que le entregó su nuevo uniforme de capitán, Leonardo cerró la puerta tras de sí y sin poder ocultar su emoción se apresuró a ponerse el uniforme.
Ya vestido se miró en el espejo de la habitación, se ajustó la casaca azul oscuro, adornada con galones dorados en los hombros y en la pechera roja con botones de oro brillante, llevaba pantalones blancos impecables, y la faja roja ceñida firmemente a su cintura completaba el atuendo.
Luego se colocó el bicornio decorado con bordes dorados, comprobó sus botas de equitación que llegaban justo debajo de la rodilla, y colocó su sable en el cinto, al mirarse nuevamente en el espejo, no pudo evitar que una sonrisa de satisfacción cruzara su rostro, en efecto su vanidad había sido alimentada.
(Imagen de Uniforme)
Cuando terminó de vestirse, notó que el sol comenzaba a ocultarse tiñendo el cielo de un cálido color naranja, decidió dirigirse al puerto donde había acordado encontrarse con Mateo.
Sin embargo, al llegar al punto acordado, Mateo aún no había llegado, así que optó por esperar pacientemente mientras observaba el movimiento en el muelle.
"Leonardo"
Había pasado una hora desde que esperaba a Mateo, el sol ya se había ocultado y la impaciencia comenzaba a transformarse en enojo, cuando de repente escuchó que alguien lo llamaba a sus espaldas con una voz suave y familiar.
Leonardo se giró rápidamente y vio a una hermosa dama a pocos metros de distancia, llevaba un vestido azul oscuro que resaltaba su figura esbelta y abrazaba su pequeña cintura. Una mascada cubría su cabello dorado, dejando ver únicamente una trenza que caía hacia adelante sobre su hombro.
Sin embargo, lo que realmente capturó su atención fueron sus ojos de un azul profundo que siempre lo hipnotizaban, además de sus pequeños labios rosados que ahora formaban una cálida sonrisa.
"Colette" murmuró Leonardo, inconscientemente.
Ella le sonrió con ternura y en ese instante, él sintió como si hubieran pasado años desde la última vez que la vio, aunque en realidad solo habían sido unos meses, y la había visto cuando aún estaba en Jalapa.
Un impulso lo dominó, dio un paso adelante y la envolvió en un abrazo, levantándola del suelo mientras giraba con ella entre sus brazos, Colette soltó un pequeño grito de sorpresa antes de estallar en una risa contagiosa.
"¡Bájame!" tratando de sonar seria, pero sin poder ocultar su alegría.
Leonardo obedeció, dejándola suavemente en el suelo, ambos quedaron jadeando por el esfuerzo y la risa. Durante un instante se miraron en silencio, hasta que él no pudo contenerse más y la besó.
El beso era cálido e intenso, cargado de todos los sentimientos que había guardado durante su separación, pero tras unos segundos Colette se apartó con suavidad, aunque su expresión denotaba una mezcla de reprimenda y afecto.
"¡Leonardo!" lo reprendió con una sonrisa nerviosa "No… no aquí"
Él suspiró, decepcionado pero comprensivo.
"Está bien, solo estoy feliz de verte" Leonardo hizo una pausa, intentando calmarse "¿Cómo supiste que estaba aquí? Pensaba buscarte una vez que encontrara a Mateo, pero parece que se perdió"
"Entonces, parece que está perdido en el mejor lugar" respondió Colette con una sonrisa irónica.
"¿Sabes algo acerca de Mateo?" Leonardo la miró con curiosidad.
"¿Cómo crees que te encontré?" replicó Colette con un brillo travieso en los ojos "¿Por qué no me acompañas a mi casa mientras hablamos?"
Leonardo ofreció su brazo y Colette lo aceptó con gracia, rodeándolo con el suyo, comenzaron a caminar juntos por las calles empedradas de Veracruz, iluminadas tenuemente por antorchas y faroles de aceite de ballena, las sombras danzaban a su alrededor, creando un ambiente íntimo mientras sus pasos resonaban en la quietud de la noche.
"¿Entonces sabes dónde está Mateo?" preguntó Leonardo mientras miraba de reojo a Colette, quien parecía disfrutar del paseo más de lo que él esperaba.
"Claro" respondió ella con una sonrisa juguetona "Una de las personas que gestiona los negocios de mi padre me informó que Mateo llegó a su establecimiento, al parecer, le pidió enviarte un mensajero, ya que planeaba quedarse más tiempo allí.
Leonardo frunció el ceño confundido por la situación y por la expresión burlona en el rostro de Colette.
"Eso explica algunas cosas, pero si puedo preguntar… ¿de qué negocio estamos hablando?"
Colette hizo una breve pausa, y su semblante adquirió un matiz de incomodidad, bajó la voz y respondió casi en un susurro.
"Es... es un burdel"
Leonardo parpadeó sorprendido, mientras Colette se apresuraba a justificarse.
"Yo no gestiono ese negocio ni me relaciono directamente con él" dijo con rapidez, agitando una mano como si quisiera disipar cualquier malentendido "Es solo que... bueno, tú conoces mis planes de fuga, he intentado robar algunos fondos sin que mi padre se dé cuenta, y este resulta ser el lugar más fácil para desviar dinero, nunca he estado allí, si es lo que te preocupa"
Leonardo se detuvo por un momento, procesando la información, no podía evitar sentirse un poco divertido por la ironía de la situación con su amigo "Mujeriego", Mateo, quien no había podido seducir a ninguna dama en todo este tiempo, había recurrido finalmente a un lugar como ese.
Se rió ligeramente, pero luego percibió el nerviosismo de Colette, que ahora desviaba la mirada con las mejillas ligeramente sonrojadas, esa hermosa imagen le recordó porque se había acercado a esta chica en primer lugar, porque le gustaba verla tímida, enojada o exasperada.
"Entiendo" dijo finalmente, con una pequeña sonrisa burlona "No te preocupes, no es algo que me escandalice, considerando lo que tú y yo hemos hecho juntos"
Colette lo miró sorprendida, antes de darle un juguetón golpe en brazo y reprenderlo.
"No digas algo que se pueda malinterpretar, qué tal si alguien te escucha"
"Está bien, no lo volveré a decir" respondió él, antes de agregar con un toque de humor "Aunque debo admitir que estoy un poco celoso de Mateo ahora, parece que encontró un lugar mucho más interesante que el puerto para perderse"
Ambos rieron mientras continuaban caminando, pero de repente Colette dejo de reírse y apretó el brazo de Leonardo, tirando de él para llamar su atención mientras se detenían.
"Leonardo" dijo con seriedad, frunciendo el ceño mientras lo miraba fijamente "Nunca has estado en esa clase de lugares ¿verdad?"
Leonardo encontró sus ojos azules escrutándolo con intensidad, buscando cualquier señal de mentira.
"Nunca he estado en esa clase de lugares, lo juro" respondió con firmeza.
Tras unos segundos de silencio, en los que Colette parecía analizarlo, volvió a sonreír antes de jalar su brazo suavemente.
"Vamos, ya casi llegamos a mi casa" dijo con tono más ligero.
Luego pensó para sí misma —Yo te creó—