Punto de vista: tercera persona
Cuando llegaron a la casa de Colette, Leonardo observó la típica construcción colonial con paredes de piedra con marcos detallados en las puertas y ventanas, un reflejo de la riqueza y el estatus de la familia Dupont.
"Pasa, Leonardo, hazme compañía un rato", dijo Colette mientras lo tomaba del brazo y tocaba la puerta de entrada con energía.
"Señorita Colette, qué bueno que ha regresado. ¿Tenemos visita? ¿Debería prepararté o café?", preguntó mirando a Leonardo con curiosidad.
"Sí, por favor, tráenos dos tazas de café, estaremos en la sala" respondió Colette antes de detenerse un momento "¿Mi padre y mi hermano ya regresaron?"
"No, señorita, aún no han vuelto"
"Perfecto, avísame cuando lleguen" añadió Colette con determinación, mientras arrastraba a Leonardo con entusiasmo por el pasillo.
Lo condujo a una amplia sala decorada con estanterías llenas de libros, elegantes sillones, y una mesa baja al centro. En una esquina destacaba un piano de madera pulida, que parecía reclamar el lugar de honor en la habitación, Colette lo llevó directamente al banco del piano y se sentó junto a él, soltando finalmente su brazo.
"Leonardo, me he aprendido las partituras que me enviaste la última vez. ¿Tocamos algo juntos?" preguntó, con los ojos brillando de emoción.
"Por supuesto, ¿Cuál te gustaría tocar?" respondió él, dejando escapar una pequeña sonrisa ante su entusiasmo.
Al igual que Catalina, a la cual le había enviado algunas obras literarias clásicas del futuro, porque era una entusiasta de la literatura, a Colette que era una amante de la música le había enviado partituras de música clásica del futuro.
Por ese motivo, Colette había recibido de Leonardo, partituras de compositores que aún no existían en su época.
"El lago de los cisnes, es una de mis favoritas" dijo ella con una sonrisa, colocando delicadamente las manos sobre las teclas en un gesto que invitaba a Leonardo a comenzar.
Leonardo dejó su bicornio sobre el piano y adoptó una postura relajada, sus dedos comenzaron a deslizarse por las teclas, produciendo un sonido claro y suave, Colette lo siguió de inmediato como si ambos estuvieran perfectamente sincronizados, entonces la habitación se llenó de una melodía envolvente.
Los minutos pasaron rápidamente y cuando la última nota se desvaneció, ambos se miraron con una sonrisa de satisfacción.
"Eso fue magnífico, aunque... creo que estás un poco oxidado desde la última vez", comentó Colette con una risa suave, mientras lo observaba con picardía.
"Lo admito, hace tiempo que no tengo acceso a un piano", respondió Leonardo con una sonrisa resignada.
"Lo sé, has estado ocupado, al menos ese uniforme te queda mejor que el anterior" añadió Colette, inclinándose ligeramente hacia él "Te ves mucho más guapo"
Leonardo la miró divertido y con un movimiento inesperado rodeó su cintura con una mano, y comenzó a acercándose lentamente a Colette, ella no se alejó y solo lo miró con cariño.
Justo cuando sus labios estaban a punto de encontrarse, una voz desde la puerta los interrumpió.
"Señorita Colette, dejaré el café en la mesa y me retiraré, Además, su padre no tardará en regresar"
Ambos se congelaron en el acto girándose para ver a la sirvienta, quien sostenía con calma una bandeja con dos tazas de café, aunque su tono era neutral, había una ligera curva en sus labios, ella dejo las tazas en la mesa y salió sin añadir nada más.
A pesar de trabajar para el señor Dupont, ella era más leal a Colette, sin contar que Colette la había reclutado para ayudar en su plan, por eso había decidido darle espacio a la señorita y no contarle a su padre de esta situación.
Sin embargo, si su padre se enterará de esto, simplemente le diría a Colette que metiera a Leonardo bajo su falda para que pueda exigir que se casé con Colette.
Cuando la sirvienta salió discretamente de la habitación, Leonardo y Colette intercambiaron una mirada antes de soltar una risita, sin embargo, Leonardo no aflojó su abrazo y Colette tampoco intentó alejarse.
"Mira lo que hiciste, Leonardo" lo reprendió ella, aunque su tono carecía de verdadera seriedad."Sinceramente, no la había visto" respondió él con una sonrisa traviesa "pero ahora que se ha ido, puedo continuar"
"Oh, tú..." Colette apenas logró pronunciar algo antes de que Leonardo inclinara la cabeza y uniera sus labios en un beso apasionado.
Lejos de resistirse Colette se acercó más a él, presionando su cuerpo contra el de Leonardo mientras sus manos se posaban en su pecho, el beso era ardiente y lleno de emoción contenida.
Cuando finalmente se separaron para recuperar el aliento, Colette con el rostro encendido y una mirada brillante, fue quien volvió a iniciar otro beso. En ese momento, todo lo que los rodeaba pareció desvanecerse, no había nada más que ellos, entregados a la intensidad del momento.
Sin darse cuenta, Leonardo comenzó a acariciar suavemente el muslo de Colette, justo por encima de la rodilla, con su mano izquierda, mientras su otra mano seguía firmemente en su cintura.
Colette sintió el roce de sus dedos a través de la delgada tela de su vestido, lejos de sentirse incómoda, una emoción desconocida se apoderó de ella, una mezcla de nerviosismo y excitación.
Su vestido, sencillo y de corte imperio en un profundo tono azul, no tenía la pesada opulencia de las prendas de gala, lo que hacía aún más evidente la calidez de las manos de Leonardo.
Con un impulso, Leonardo dejó de acariciar su pierna y la rodeó con ambos brazos, levantándola ligeramente y sentándola en sus piernas, el tacto de sus suaves nalgas sobre él lo hizo contener la respiración por un instante, haciéndole imposible no reaccionar.
Colette se sintió un poco tímida y nerviosa, pero al mismo tiempo emocionada y curiosa, la sensación de intimidad y conexión con Leonardo la hacía sentirse más viva que nunca.
Ella rodeó sus brazos alrededor de su cuello sin dejar de besarlo, mientras meneaba su trasero en sus piernas con un leve movimiento provocativo que envió un escalofrío por la espalda de Leonardo.
"Colette..." murmuró él con un tono cargado de deseo.
En respuesta su mano izquierda volvió a bajar hacia el muslo de ella, acariciándolo lentamente, mientras su mano derecha ascendía con delicadeza desde la cintura hasta el pecho, Leonardo sintió el peso de su pecho contra su palma antes de presionarlo.
"Mmm..." Colette soltó un suave gemido que llenó el aire, separándose apenas para respirar.
"Eres... ahh... un pervertido" murmuró con las mejillas enrojecidas, aunque en su rostro había una sonrisa que traicionaba su reproche.
"¿Yo soy el pervertido? ¿Quién decidió usar un vestido tan delgado para mí esta vez?" Leonardo pregunto en tono burlón, dejando escapar una risa baja.
"Calla... ahh, yo... yo no lo use por ti" Colette respondió, mientras desviaba la mirada.
La última vez que Leonardo y Colette se habían encontrado en una situación similar en Jalapa, las cosas no habían avanzado tanto como ahora.
En aquella ocasión, Colette llevaba un ostentoso vestido de gala, con múltiples capas y un rígido corsé que, aunque realzaba su figura, había frustrado los intentos de Leonardo por acercarse más, esa vez el ambiente se había enfriado rápidamente, dejando a ambos insatisfechos, pero aún llenos de expectativa.
Sin embargo, hoy Colette había optado por un vestido mucho más sencillo de estilo imperio, con un ligero corpiño tipo stays que realzaba su delicada silueta sin resultar un obstáculo, Leonardo consciente de la diferencia, sentía su entusiasmo incrementarse a cada instante.
"Lo que digas" murmuró él, impacientemente antes de besarla nuevamente.
El momento parecía perfecto y Leonardo anticipaba más, pero justo cuando ambos se dejaban llevar, la puerta de la habitación se abrió de golpe.
"¡Señorita, su padre y hermano ha regresado!" exclamó la sirvienta, su rostro teñido de un sonrojo al descubrir la comprometida posición de los jóvenes.
Colette reaccionó rápidamente, deslizándose de las piernas de Leonardo mientras se alisaba el vestido con nerviosismo, por otro lado, Leonardo intentó componerse ajustándose el cuello de su casaca, aunque permaneció sentado en el banco del piano.
"¡Rápido, ponte de pie!" instó Colette, intentando tirar del brazo de Leonardo para levantarlo.
"¡No puedo!" murmuró él en voz baja, sintiéndose frustrado e incómodo "Se darían cuenta"
"¿Darse cuenta de qué...?" preguntó Colette, pero su mirada bajó instintivamente y comprendió al instante, sus mejillas se tiñeron de un rojo intenso al darse cuenta de lo que Leonardo quería ocultar, aunque lo había sentido antes, esta era la primera vez que lo veía directamente.
Mientras Colette trataba de encontrar una solución, la situación se complicó aún más, Su padre, François Dupont entró en la habitación acompañado de su hermano.
"¡Colette, distráelos!" susurró Leonardo con urgencia.
Colette no perdió el tiempo y corrió hacia ellos, interponiéndose entre ellos y Leonardo con una sonrisa nerviosa.
"¡Padre! Qué bueno que has regresado. Deben estar hambrientos, ¿qué tal si vamos al comedor y pedimos algo para cenar?" sugirió rápidamente, tratando de mantenerlos alejados de Leonardo.
"Claro, pero ¿quién está contigo?" preguntó François con el ceño ligeramente fruncido "¿Tenemos visitas? Déjame saludarlo e invitarlo a cenar con nosotros"
François había notado la espalda de Leonardo, vestido con su uniforme de capitán, supuso que debía tratarse de un miembro importante del ejército, quizás alguien con influencia que venía a verlo, pero que Colette había estado entreteniendo por cortesía.
Mientras tanto, Leonardo seguía de espaldas a ellos manteniendo la vista fija hacia adelante, evaluando frenéticamente sus opciones para escapar de la situación.
"No, padre, Yo lo invitaré" intervino Colette, su tono claramente desesperado "ustedes pueden ir adelantándose, yo lo acompañaré al comedor después"
François la ignoró por completo, avanzando con decisión hacia Leonardo.
"Suficiente Colette, yo me encargaré"
Colette sudaba de pánico mientras veía cómo su padre se acercaba a Leonardo, quien continuaba inmóvil, sabiendo que ya no podía hacer nada más y Leonardo seria expuesto.
Leonardo reaccionó rápidamente, levantándose del banco en un movimiento fluido mientras tomaba su bicornio con la mano derecha, lo usó como una barrera para ocultar su entrepierna antes de girarse hacia François Dupont.
"Señor Dupont, lamento molestarlo con mi presencia, mañana saldré de Veracruz y solo venía a visitar a Colette hoy"
El señor François se sorprendió de que la persona en su casa fuera Leonardo Leonez, pero se alegró de que Leonardo hubiera venido a visitar a Colette, pensando que ya se había enamorado de Colette y podría convencerlo de que se casen.
"Señor Leonardo, es un gusto volver a verlo, siempre es bienvenido aquí en mi casa" dijo, acercándose a Leonardo mientras extendía su mano derecha para darle un apretón de manos.
Leonardo cambio la mano con la que sostenía su bicornio para continuar ocultando su erección antes de estrechar su mano, François se sintió extraño por este hecho, pero lo ignoro.
"Gracias señor, pero se está haciendo tarde y tengo ordenes de regresar con el coronel, así que me retiraré ahora" Leonardo mintió, buscando una excusa para marcharse.
"¿De verdad? Es una lástima. Esperábamos que nos acompañaras a cenar" comento François, algo decepcionado.
"Necesita regresar, padre. No lo presiones" intervino Colette, acercándose a Leonardo como para reforzar la excusa.
"Lo siento mucho, señor Dupont. Prometo regresar en otra ocasión para compartir su hospitalidad"
"Está bien, mi casa siempre estará abierta para ti" respondió François antes de dirigirse a Colette "Hija, por favor, acompaña a Leonardo a la salida"
"Claro, padre" respondió Colette rápidamente, tomando a Leonardo del brazo para guiarlo hacia la entrada, a medida que caminaban, intentaba posicionarse estratégicamente para ocultarlo de la vista de su padre.
"No te preocupes, ya pasó" le susurró Leonardo cuando salieron de la habitación "Para la próxima vez, tú me visitas a mí"
"Esperare tu invitación" Colette murmuro mientras se sonrojaba.
Al llegar a la entrada, justo cuando estaban por despedirse, Colette recordó algo importante.
"¡Oh! Lo había olvidado, por favor, asegúrate de venir el 12 de agosto, mi padre planea dar una fiesta y me gustaría que vinieras. Además, invité a tu hermana, así que ella también estará aquí."
"¿En agosto? Claro, estaré aquí para verte" respondio Leonardo.
Miró a su alrededor asegurándose de que no hubiera nadie cerca, antes de inclinarse hacia Colette para besarla una última vez, el beso fue breve, pero cargado de pasión y anticipación por su próximo encuentro.
Al separarse, observó su rostro sonrojado y la expresión embriagada que se dibujaba en ella.
"Entonces vendré a visitarte cuando pueda, o te enviare cartas de cuando puedes visitarme" dijo Leonardo, antes de ponerse su sombrero y retirarse.
Colette simplemente se quedó en la puerta de su casa con una sonrisa plasmada en su rostro, viendo como Leonardo desaparecería en las calles de Veracruz a lo lejos.
Leonardo avanzó por las calles de Veracruz, pero pronto se dio cuenta de que estaba perdido, pues era la primera vez que estaba en Veracruz, pero gracias a la ayuda de unos soldados que estaban haciendo guardia por la ciudad, logro llegar a la habitación que le había dado el coronel.
Una vez allí, Leonardo comenzó a prepararse para dormir, pero el recuerdo de Mateo cruzó fugazmente su mente, pensó en buscarlo, pero el cansancio de hoy pesaba demasiado, con un suspiro decidió dejarlo para la mañana siguiente, Se acomodó en la lujosa cama, cerrando los ojos pronto se sumió en un sueño profundo.